LOBRAS es un pequeño municipio enclavado en pleno corazón de la Alpujarra media Granadina, en la ladera sur de Sierra Nevada, a una altitud de 930 metros y próximo al río Guadalfeo.
Se extiende por el lomo de una ladera mirando hacia Sierra Nevada y la Sierra de la Contraviesa, que lo separa del mar.
El término municipal de Lobras, cuenta con una población de tan solo 140 habitantes repartida en torno a tres núcleos urbanos principales: Lobras, el mayor de ellos, después Tímar y el Cortijo de los Morones; además de otros varios cortijos diseminados por el término municipal. Los dos primeros, Lobras y Tímar están situados en la cara sur de Sierra Nevada, mientras que los Morones lo encontramos en la cara norte de la Contraviesa, entre higueras y viñas.
Lobras es un lugar pintoresco, que aún conserva el aire de otros tiempos. Las calles, las construcciones, las personas, muestran a cada paso el más alto sentir alpujarreño. Por esto ha sido considerado por la Consejería de Cultura Sitio Histórico, además de ser Bien de Interés Cultural.
En Lobras se agudizan los sentidos, disfrutando así de sonidos, silencios, olores, colores, gastronomía y, cómo no, del calor de su gente.
Desde cada rincón de este pequeño municipio alpujarreño, hacemos una invitación extensiva a todas cuantas personas deseen visitar un lugar diferente en todos los sentidos.
La seda como tradición histórica en Lobras
Lobras y Tímar, además, tienen una historia singular, en cuanto al cultivo de los morales para la producción de seda. El Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752, cuenta cómo se produjo la Repoblación de la Alpujarra Granadina. En esos libros de Apeos y Repartimientos de Lobras y Tímar, se ve reflejado cómo en el reparto de los huertos y tierras de riego se adjudicaron sólo las tierras, pero no los morales y olivos que tenían plantados. El reparto de los morales se hizo atendiendo, no ya ni tan siquiera al número de morales, sino a la cantidad de hoja que podían producir estos, porque lo que se repartió fue la cantidad de hoja suficiente para que cada poblador pudiera criar dos onzas de cría de seda. Así, se daba en ocasiones la circunstancia de que el dueño de las tierras, encargado de labrarlas y abonarlas, no lo era de los morales y olivos, que se beneficiaban de esa labor.
La tradición del municipio de Lobras en la producción de seda se ha mantenido hasta los años 40 del pasado siglo.